jueves, 26 de abril de 2012

CRÓNICA DEL XII ANIVERSARIO


Semana de celebraciones la vivida en el seno de la gran familia de Colectivo 1932. Como cada mes de Abril hemos celebrado el aniversario del grupo como se merece, con mucha fiesta, con mucha comida y, lo que es más importante, entre muchos y buenos amigos.


El Martes día 17 de Abril y como día de nuestro cumple empezaron los actos,  una treintena de “colectivos” quedamos en Los Pinochos para dar buena cuenta de una suculenta merienda y como no de un buen número de cervezas. Durante ese rato las primeras risas de la semana empezaron a surgir, algún miembro nuevo se dejó caer también por ahí y se pudieron admirar las sorprendentes habilidades culinarias de algunos de nuestros amigos. Pero por encima de la cerveza y de la comida el buen ambiente zaragocista. Por cierto, como en todo cumpleaños que se precie soplamos las velas… Y DALE ALEGRÍA, ALEGRÍA A MI CORAZÓN…


Para el jueves teníamos reservada la visita lúdico-cultural a la fábrica de La Zaragozana, donde unos veinticinco miembros del grupo nos juntamos con el ánimo de conocer una de las fábricas más importantes de la ciudad, pero sobre todo degustar el producto final, CERVEZA. Tras una horita de atender las explicaciones de nuestra guía Yaiza llegó el momento de la degustación, donde corrieron la rubia, la negra y todas las que se pusieron por delante. Risas, muchas risas es lo que nos deparó la visita a la fábrica de San José, además de un poco de culturilla cervecera. Recordad: lúpulo, malta, levadura y agua.


Entre unas cosas y otras nos plantamos en el fin de semana, el cual ya el viernes fue convenientemente regado con distintos caldos en la noche zaragozana, pero el plato fuerte estaba preparado para el sábado. A las seis de la tarde fue la quedada en un bar donde siempre somos bien recibidos para ver todos juntos el partido de nuestro amado Real Zaragoza. Lo cierto que el partido por si solo podría haber cortado el rollo a cualquiera, pero el Colectivo 1932 tenía ganas de celebración y a las ocho en punto se pinchaba el primer barril en un local alquilado para la ocasión, donde empezó un casi interminable picoteo que desembocó en una opípara cena acompañada en todo momento por las risas, los cánticos y las anécdotas que los más veteranos contaban a la numerosa gente joven allí presente, gente joven que constituye un enorme valor dentro de este grupo. Poco más que contar, salvo que la fiesta se alargó hasta altísimas horas de la madrugada, la mañana para algunos, en el casco viejo o allá donde a cada uno le llevó la noche. Seguro que cada uno tiene una historia que contar, algunas se sabrán otras quedarán en secreto de sumario… Y DALE ALEGRÍA, ALEGRÍA A MI CORAZÓN…