A quién corresponda:
Desde Colectivo 1932 asistimos con preocupación, al igual que todos los zaragocistas, a la dramática realidad por la que está atravesando el Real Zaragoza. La sucesión de acontecimientos que se están produciendo desde la venta del club a los nuevos propietarios no ha hecho sino empeorar aún más la situación y sumir a la afición en una dolorosa e injusta tristeza. Rabia, impotencia, dolor por ver cómo una parte importante de nuestras vidas, nuestro equipo de fútbol, es humillado y vejado sin piedad por bastardos intereses de gente que, seguramente, de niños no disfrutaron de aquellos grandes jugadores vestidos de blanco y azul, de aquellos hermosos días de fútbol en una Romareda vibrante y orgullosa, respetada. Nosotros en cambio, los aficionados, sí hemos disfrutado, y llorado, y sentido orgullosos de ver cómo nuestra camiseta la vestían la garra de los Alifantes, la exquisitez de los Magníficos, el fútbol melenudo de los zaraguayos, el ritmo al primer toque de los ochenta, la gloria in crescendo en los noventa, la Copa orgullosa de Montjüic...hasta el 2006, el comienzo del fin. El zaragocismo ha huido en ocho años de su casa, abrumado por el espectáculo lamentable e indigno ofrecido por personajes innombrables. Sentimientos de miles de personas destrozados sin escrúpulo alguno por el vil metal. Es por ello que ahora, a escasos días de que el Real Zaragoza fundado en 1932, nueve veces campeón, se vea en la posibilidad de ver su futuro abocado a un descenso ignominioso a 2aB, Colectivo 1932 exige a quién corresponda:
1. Un futuro digno para el Real Zaragoza sustentado en un trabajo profesional y con sentido común.
2. Un respeto absoluto al activo más importante del club: su masa social.
3. Una política de precios coherentes con la economía actual en los abonos, entradas, y material de la tienda oficial para fomentar una Romareda llena de zaragocistas, de familias y, sobre todo, de niños que puedan lucir orgullosos su camiseta blanquilla.
No olviden, a quién corresponda, que una plantilla limitada con un estadio semivacío no es nada. Pero esa misma plantilla con una Romareda volcada puede ser un ciclón imparable. Devuelvan a la gente el orgullo, devuelvan la dignidad, empujen a la hinchada a las gradas y verán cómo el zaragocismo, con el puño apretado y la garganta rugiendo, cantará nuestro himno hasta la victoria final. Como en tantas finales, como en tantos partidos épicos.
Somos el equipo de Leeds, la escuadra del gol del Siglo parisino, el club de las Copas imposibles, de los jugadores de guante y garra, de las goleadas a la soberbia de los grandes. Somos el Real Zaragoza, aragoneses, Grandes!